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Cultura


 
Tiburón ballena

Rhincodon typus

Orden: Orectolobiformes

El más grande de todos los tiburones y el pez más grande que existe, el tiburón ballena es una de las vistas más dramáticas de los océanos. Su gran tamaño, sus patrones distintivos y su enorme boca frontal lo hacen inmediatamente reconocible y puede ser visto comúnmente vagando cerca de la superficie en aguas tropicales y subtropicales de alrededor del mundo.

Su alimentación se basa principalmente de plancton, aunque regularmente también se alimentan de bancos de peces pequeños y calamares. A diferencia de los tiburones peregrino, que simplemente filtran vastas cantidades de agua a medida que nadan, los tiburones ballena activamente succionan a su presa antes de filtrarla eficientemente y a veces son vistos en grupo, alimentándose de grandes concentraciones de comida. Aparecen regularmente en los mismos lugares en momentos específicos del año, probablemente para capitalizar el florecimiento del plancton y eventos tales como el desove del coral. Estos tiburones se han convertido en el punto central de la industria del ecoturismo en algunas partes del globo, en especial en la costa oeste de Australia, en donde los buzos aprovechan la oportunidad para nadar con estos dóciles gigantes.

Los tiburones ballena están protegidos por la ley en algunos países, pero son cazados con regularidad como fuente de alimento en otros, tales como Taiwán y Filipinas. Unos 100 tiburones de esta especie son matados cada año sólo en Taiwán, lo que eleva preocupaciones en torno al futuro de este pez que crece lentamente y alcanza la madurez tardíamente en su vida.

Tamaño Máximo: Desconocido, pero probablemente hasta 20 mts / más de 12.000 kg

Localización: Aguas templadas y mares tropicales con excepción del mar Mediterráneo. Se cree que es predominantemente una especie migratoria.

Dieta: Plancton, peces pequeños, calamares.

Reproducción: Vivíparos. El número de crías varía: un especimen taiwanés tenía unas 300, el número más elevado que se haya encontrado en un solo tiburón


Viajes al espacio

Aunque sólo para ricos, la Luna ya integra el mapa turístico
Como sabe El Viajero, el escritor inglés George Orwell imaginó el futuro en 1984. Los jóvenes de hoy saben que ese número es una señal en el pasado que nada significa. A finales de los años 50, cuando la carrera espacial era un hecho, el siglo XXI aparecía en el horizonte como el hito que marcaba el futuro; en ese contexto, futuro era pensar que el nuevo siglo vería a la humanidad viviendo en la Luna; nadie nos imaginó viviendo en barrios cerrados.

Como recuerda El Viajero, en 1969, tras la primera visita del hombre a la Luna, la cadena hotelera Hilton anunció que, para los 80, estaría en funcionamiento el Moon Hilton, el primer hotel fuera de la Tierra. Las previsiones no parecieron descabelladas y miles de personas corrieron a cerrar sus reservas para vacacionar a 384 mil km de la Tierra. Pero el conserje los tiene esperando.

Esto indica, piensa El Viajero, que la imaginación a veces viaja demasiado rápido. Siempre se pensó que en los tiempos que corren habría masas de viajeros tomando fotos desde la estratosfera. Pero el presente sólo deja intersticios para algunos muy exclusivos turistas espaciales. Porque viajar por el espacio es posible, aunque muy costoso. Si no, que lo diga el millonario Dennos Tito que en 2001 llegó a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) pagando 20 millones de dólares. Una suma similar desembolsó Mark Shuttleworth por el privilegio de ser el segundo turista espacial del mundo.

Claro está que los viajes al espacio no tienen tanto romanticismo como los viajes por este mundo. Y El Viajero piensa en la disentería de Colón, en las fatigas de Juan de Garay y en los pies hinchados de David Livingstone buscando el remoto Nilo. En el espacio son otros los problemas y en general aparecen contemplados de antemano. El espacio es como el desierto, donde cada gota de agua vale más que la propia nave. Por eso la higiene tiene sus dificultades. Los astronautas, y por cierto Tito y Shuttleworth, no usan duchas para bañarse sino paños mojados.

Otro de los inconvenientes es la comida, aunque los tripulantes ya no se alimentan de pastillas como al comienzo sino que tienen comidas casi humanas. Pero, como bien sabe El Viajero, hay que cuidar las raciones porque el delivery viene de la Tierra y puede demorar más que una pizza un sábado con lluvia.

El Viajero no ignora que la misión que ahora está destinada a la ISS tiene consigo menúes preparados por el maestro francés de cocina Alain Duchase, que además de platos cotidianos preparó comidas para ocasiones especiales, como la de Año Nuevo. En estos días, los astronautas se relamen pensando en el menú de fin de año: codornices asadas con vino, salsa de tomate, berenjena y aceitunas y un ligero puré de apio con una pizca de nuez moscada. Por la ventanita, la Tierra flotando en el espacio sideral.

Algunos indicios le señalan al Viajero que la humanidad parece estar cerca del futuro. La empresa Space Adventures, con sede en Virginia, EE.UU., y que fue quien envió a los dos millonarios de marras, está convocando para una excursión exclusiva que dará una vuelta alrededor de la Luna en ¡2008!El viaje costará unos 100 millones de dólares y llevará dos turistas que se elegirán de una lista que incluye a varios estadounidenses y un británico. El viaje durará entre 8 y 21 días, con posible escala en la ISS.

A juzgar por las condiciones, El Viajero siente que este sueño de viajar sigue en el terreno de la imaginación. Mientras, se consuela leyendo sobre un futuro posible. Y no puede menos que remontarse a la fina sensibilidad de Julio Verne que en De la Tierra a la Luna (1865), se apropia del futuro sin prejuicios y logra notables parecidos a la realidad de estos días.

Cada nuevo año es una ventana al futuro. Y si bien para unos pocos, muy pocos, el futuro es hoy, para otros, entre los que se incluye El Viajero, el fuego del futuro sigue alimentándose con los leños de la imaginación.
Como sabe El Viajero, el escritor inglés George Orwell imaginó el futuro en 1984. Los jóvenes de hoy saben que ese número es una señal en el pasado que nada significa. A finales de los años 50, cuando la carrera espacial era un hecho, el siglo XXI aparecía en el horizonte como el hito que marcaba el futuro; en ese contexto, futuro era pensar que el nuevo siglo vería a la humanidad viviendo en la Luna; nadie nos imaginó viviendo en barrios cerrados.

Como recuerda El Viajero, en 1969, tras la primera visita del hombre a la Luna, la cadena hotelera Hilton anunció que, para los 80, estaría en funcionamiento el Moon Hilton, el primer hotel fuera de la Tierra. Las previsiones no parecieron descabelladas y miles de personas corrieron a cerrar sus reservas para vacacionar a 384 mil km de la Tierra. Pero el conserje los tiene esperando.

Esto indica, piensa El Viajero, que la imaginación a veces viaja demasiado rápido. Siempre se pensó que en los tiempos que corren habría masas de viajeros tomando fotos desde la estratosfera. Pero el presente sólo deja intersticios para algunos muy exclusivos turistas espaciales. Porque viajar por el espacio es posible, aunque muy costoso. Si no, que lo diga el millonario Dennos Tito que en 2001 llegó a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) pagando 20 millones de dólares. Una suma similar desembolsó Mark Shuttleworth por el privilegio de ser el segundo turista espacial del mundo.

Claro está que los viajes al espacio no tienen tanto romanticismo como los viajes por este mundo. Y El Viajero piensa en la disentería de Colón, en las fatigas de Juan de Garay y en los pies hinchados de David Livingstone buscando el remoto Nilo. En el espacio son otros los problemas y en general aparecen contemplados de antemano. El espacio es como el desierto, donde cada gota de agua vale más que la propia nave. Por eso la higiene tiene sus dificultades. Los astronautas, y por cierto Tito y Shuttleworth, no usan duchas para bañarse sino paños mojados.

Otro de los inconvenientes es la comida, aunque los tripulantes ya no se alimentan de pastillas como al comienzo sino que tienen comidas casi humanas. Pero, como bien sabe El Viajero, hay que cuidar las raciones porque el delivery viene de la Tierra y puede demorar más que una pizza un sábado con lluvia.

El Viajero no ignora que la misión que ahora está destinada a la ISS tiene consigo menúes preparados por el maestro francés de cocina Alain Duchase, que además de platos cotidianos preparó comidas para ocasiones especiales, como la de Año Nuevo. En estos días, los astronautas se relamen pensando en el menú de fin de año: codornices asadas con vino, salsa de tomate, berenjena y aceitunas y un ligero puré de apio con una pizca de nuez moscada. Por la ventanita, la Tierra flotando en el espacio sideral.

Algunos indicios le señalan al Viajero que la humanidad parece estar cerca del futuro. La empresa Space Adventures, con sede en Virginia, EE.UU., y que fue quien envió a los dos millonarios de marras, está convocando para una excursión exclusiva que dará una vuelta alrededor de la Luna en ¡2008!El viaje costará unos 100 millones de dólares y llevará dos turistas que se elegirán de una lista que incluye a varios estadounidenses y un británico. El viaje durará entre 8 y 21 días, con posible escala en la ISS.

A juzgar por las condiciones, El Viajero siente que este sueño de viajar sigue en el terreno de la imaginación. Mientras, se consuela leyendo sobre un futuro posible. Y no puede menos que remontarse a la fina sensibilidad de Julio Verne que en De la Tierra a la Luna (1865), se apropia del futuro sin prejuicios y logra notables parecidos a la realidad de estos días.

Cada nuevo año es una ventana al futuro. Y si bien para unos pocos, muy pocos, el futuro es hoy, para otros, entre los que se incluye El Viajero, el fuego del futuro sigue alimentándose con los leños de la imaginación.

 

El piano es un instrumento musical clasificado como instrumento de teclado de cuerdas percutidas, según el sistema de clasificación tradicional. Según la clasificación actualmente más utilizada, es decir la de Hornbostel-Sachs el piano es una cítara con caja de resonancia, a la que se ha agregado un teclado, mediante el cual se percuten las cuerdas. Está formado por un arpa cromática de cuerdas múltiples accionada por un mecanismo de percusión indirecta, a la que se le han añadido apagadores. En la música occidental, el piano permite tanto interpretación solista, como para la música de cámara, para el acompañamiento o para ayudar a componer y ensayar.

El piano produce el sonido percutiendo cuerdas de acero con macillos forrados de fieltro. Las vibraciones se transmiten a través de los puentes a la tabla armónica.

 

 
   
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